En la vida estamos constantemente cerrando ciclos y empezando otros.

Dejas de ser niño para ser adolescente y luego joven y adulto… dejamos una etapa para seguir evolucionando, creciendo. Con los aprendizajes que nos trae cada etapa, cada ciclo.

Tan sólo observar tu respiración o el latir de tu corazón, es un constante morir, un constante nacer.

Por nuestra vida, pasan personas que vamos atrayendo según nuestra vibración y según los aprendizajes que nos complementan.

Ninguna relación de pareja, amistad y familiar es casual; sea armoniosa o no.

Cuando una persona o situación parte de tu vida, se cierra un ciclo. Lo que más duele es cuando no cumplió las «expectativas» que tenías, pero justamente eso es ilusión ya que nadie debe nada nadie. Eso no es parte del amor, del amor incondicional.

No cerrar un asunto a tiempo puede suponer convertirlo en una historia interminable que te drenará mucha energía. Afróntalo, acábalo, repáralo o suéltalo.

Quedémonos con el aprendizaje. La vida continúa. El dolor es parte del duelo, pero es pasajero. Deja que tus sentimientos y emociones fluyan como el agua… Como un río que si encuentra piedras en el camino las rodea y sigue… y se adapta al camino del cauce.

Cultívate. Agradece las vivencias, agradece el aprendizaje. Se vienen nuevos ciclos, nuevas experiencias.

El amor nace de ti, está dentro de ti y en todo alrededor tuyo.

Todo es amor. Somos amor.

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